Vida e morte (1974)

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Vida e Morte


Vida e Morte se grabó en noviembre de 1973, en los estudios Sofreson de París. Era mi primer disco. Estaba muy nervioso. La grabación se hizo gracias a la fe y entusiasmo del matrimonio de Mme. y Mr. Lévi Alvarès, propietarios de una pequeña compañía discográfica, La Boîte à Musique, situada en el Boulevard Raspail, también tienda de discos, con un catálogo impresionante de músicas étnicas de todo el mundo. Ya no me acuerdo bien cómo entramos en contacto. Creo que la señora Alvarés me vio cantar en el programa Libre Parcours Variétés, que Radio France grababa en directo en el Teatro de la Gaîté-Montparnasse, producido y presentado por Eve Griliquez, la Grigrí, como la llamaba cariñosamente Paco Ibáñez, mujer a quien le debemos los primeros apoyos tantos artistas jóvenes y extranjeros que llegábamos a París… O tal vez fuera en otro similar, Libre Parcours Récital, producido por Françoise Vincent-Malettra. El caso es que a los señores Alvarès les gustó mi forma de cantar y enseguida me propusieron grabar un disco, con el repertorio que yo quisiera y tal como me habían escuchado en directo, o sea, con mi guitarra y un violonchelo. Sin más. Y es que, un año antes, mi amiga parisina Claudine Ducos me había presentado al violonchelista argentino Eduardo Gattinoni, justo cuando estaba buscando un chelo o un contrabajo para acompañarme durante las tres semanas en que sería telonero de Georges Brassens, en el Teatro Bobinó, en el mes de diciembre de 1972. Aquella conjunción de guitarra y violonchelo marcaría felizmente mi trayectoria musical, como único acompañamiento durante unos cuantos años. Pero en el otoño de 1973, cuando me propusieron grabar el disco, Gattinoni no estaba ya en París, se había ido a trabajar una temporada con una orquesta en Holanda. Hablé con él para que viniera y reservamos el estudio de grabación un par de días.
Aquel primer intento se frustró porque Gattinoni a última hora no pudo acudir. Tuvimos que suspender la grabación, con el trastorno correspondiente para todos. Bueno, se cancelaron las fechas previstas y se fijaron otras dos, un lunes y martes. El fin de semana anterior al nuevo lunes crucial, decidí pasarlo en el campo, en la casa familiar de Claudine Ducos, en medio de un bosque, dando paseos para relajarme y coger aire… Lo que que cogí fue un buen catarro. Pero, ¿cómo iba a suspender otra vez la grabación? No me atrevía, temiendo que no me dieran otra oportunidad. Cuando llegamos al estudio, advertí de mi catarro al técnico y a Lévi Alvarès, que, como productor, estaba a su lado en la mesa de grabación… No te preocupes, me dijeron, pondremos un filtro anticatarro… Lo pusieron, pero notar se notaba. Y se nota, ésa es la verdad. En un par de sesiones grabamos las doce canciones previstas, seis en gallego y otras seis en castellano. Después me citaron con una joven fotógrafa, Claude Vaujany, quien me hizo en su casa unas cuantas fotos. Luego, ella misma escribió a mano el título y mi nombre en rojo sobre la foto seleccionada. La portada estaba hecha. La contraportada era igual, sólo que en negativo: Vida e Morte. El disco vio la luz y yo estaba feliz. Me parecía un milagro. Me sentía alguien, ya podía presentarme orgulloso ante mis padres, ante los amigos, mostrando el fruto musical de mi estancia parisina… Meses después, con el disco bajo el brazo, regresé a España para quedarme donde sentía que estaban las raíces y las alas de mi canto.

El disco lo editó en España Hispavox, al año siguiente, pero sin la canción Monorrimo, que no pasó la censura ¡Qué cosas! El disco tuvo cierta repercusión, sobre todo en Galicia, y se mantuvo en catálogo hasta mediados de los ochenta. Cuando los vinilos se empezaron a pasar al nuevo soporte digital, Vida e Morte no tuvo esa suerte, se agotó y se descatalogó. Durante años y con reiterada frecuencia siempre ha habido alguien que decía echar en falta ese trabajo, pidiendo su reedición… Se hace ahora por fin, gracias al apoyo y a la hospitalidad de la Factoría Autor. Se lo agradezco. No sin alguna duda: ¿no sería mejor volver a grabar las mismas canciones, con la misma instrumentación, pero tal como ahora las siento y con los medios técnicos actuales? Porque son canciones que no he dejado de cantar… ¿O editamos la grabación original, tal cual?. Al final opté por dar prioridad al documento “histórico”, a su posible valor testimonial y… confiando en vuestra benevolencia.

Muchas veces me han preguntado por mi evolución artística desde aquellos años, en qué y cómo he ido cambiando… No estoy seguro, pero me parece que cuando alguien hace algo por vocación, de forma natural, digamos, cuando canta como respira y el canto se nutre de la poesía que siente como savia interior…, eso es así para siempre, eso no cambia, uno es así, como un árbol que dará manzanas o cerezas, según, pero ya de por vida. En ese sentido creo que Vida e Morte es un disco fundacional, que tiene una importancia reveladora, es la semilla que contiene todo lo que vendría después. Porque a ver: está reflejada mi condición de cantor bilingüe, en gallego y castellano, ambas lenguas familiares; soy autor de la música de las canciones; canto también algún poema propio, uno en gallego y otro en castellano, aunque la mayoría son poemas ajenos, pero que pienso y siento como propios, claro, si no, no los cantaría; y lo hago con ese acompañamiento sobrio de guitarra y violonchelo que seguirá siendo el común denominador de toda la producción discográfica posterior. Hablo de cualidades, no de virtudes ni defectos.

Una de las primeras críticas que aparecieron cuando salió el disco en Francia la firmó Moncho Alpuente en el Diario Informaciones, en el mes de marzo de 1974. Vale la pena, creo, reproducirla, junto a la de Àlvaro Feito, que saludaba en la Revista Triunfo la aparición del disco en España, ahora que se reedita, tantos años después, al hilo de lo soñado, al canto de lo vivido.

Amancio Prada, mayo 2008